Nuestro voluntariado

Yolanda

Yolanda

Desde pequeña me han encantado los animales, no tuve la oportunidad de tener uno hasta que me independicé, poco después conocí de la existencia de una protectora de animales ubicada en mi pueblo natal, en Ibi, y me informe de los recursos de los que disponían para desarrollar su gran labor, cuál fue mi sorpresa cuando descubrí, que todo el trabajo que se hace en las instalaciones recaía únicamente en 1-2 trabajadores, desde ese día supe que quería ayudar a la protectora de animales de Ibi, de mi pueblo, en todo lo que me fuese posible. Para mí es muy gratificante poder colaborar en lo que sea necesario, merece la pena dedicar unas horas y ver las caritas de los animales que pasan largos periodos de tiempo en la protectora (otros menos) y que el único contacto que tienen con el resto del mundo somos los pocos voluntarios que vamos a dedicar una mínima parte de nuestro tiempo. Desde aquí os animo a experimentar esta sensación, de pena y satisfacción.

Maricarmen

Maricarmen

Desde niña he convivido con animales, sobre todo, con perros y gatos y no puedo imaginar mi vida sin estar rodeada de ellos. Mi dedicación surge de la necesidad de hacer algo más. Yo no me conformaba con tener a mis mascotas, cuidarlas, alimentarlas y quererlas como un miembro más de la familia. Para mí era necesario actuar, emprender un nuevo proyecto dirigido a ayudar a mejorar el bienestar animal. Fue entonces cuando me informé de que en nuestro pueblo, en Ibi, teníamos una protectora que se hacía cargo con cariño y dedicación de los animales que no tenían hogar y, un sábado por la mañana, me decidí a presentarme en la protectora y a ofrecerme como voluntaria. Es extraño y triste pero mucha gente en Ibi no sabe que la Protectora existe y a mí me pasaba lo mismo. Con gran entusiasmo, sábado tras sábado, me ofrecía a colaborar en los trabajos que más necesidad había de reforzar y, poco a poco, fui formando parte de esta gran familia. Hoy en día, totalmente integrada en la vida diaria del albergue, no puedo sentir mayor satisfacción que la de hacer feliz, aunque sólo sea por un ratito, a uno de mis “niños”. Ellos están “hambrientos” de caricias y mimos, y sólo nosotros podemos satisfacer esta carencia. No hay nada más gratificante que sentir cómo ellos (a pesar de saber que nos marcharemos pasadas unas horas y volverán a quedarse encerrados en una jaula), nos regalan un lametazo, una sonrisa, una caricia … Desde estas líneas, animo a todo aquel que sienta un amor incondicional por los animales a venir a la protectora y conocer a estos “ángeles”, que sólo piden una oportunidad, unas ojos que reparen en ellos, una palmadita o una caricia. Si os animáis a venir estoy segura de que os robaran el corazón, como me lo robaron a mí.

Verónica

Verónica

Como todas las historias, esta también tiene su inicio, esto se remonta a hace 4 años, cuando por desgracia, una enfermedad me hizo tocar fondo, ahí tuve la gran suerte de compartir mi vida con Bimba, una frenchie cachorrita muy cabezona que buscaba hogar, y que os aseguro fue mi salvación, mi compañera, mi cómplice, mi todo...Durante este tiempo he comprendido lo fantásticos que son los animales, que dan todo sin esperar nada a cambio, también se hoy en día que dan mucho mas que algunas personas. Así empezó mi historia en la protectora de animales de Ibi, porque no se en que punto exacto vi que son seres que lo merecen todo y que cada vez hay mas desalmados capaces de torturarles hasta la muerte. !Y no logro entenderlo! Si mis perros que ahora son dos, me lo han dado todo en esta vida, ¿que menos puedo hacer yo por ellos?